DAR EL TODO POR EL TODO, UNA CUESTIÓN DE SOLEDAD.
¿Temes sentirte solo, experimentar estarlo o simplemente consideras que es mejor estar acompañado?
¿Al estar solo, disfrutas tu soledad o necesitas siempre estar en búsqueda de una actividad que ocupe tu tiempo?
La soledad es un término relativo. Cuando hablamos de soledad casi siempre se asume como un estado de tristeza ya que la sociedad nos ha hecho creer que estar solos está mal, nos hace ver débiles o casi como si fuera un castigo, porque supuestamente somos seres sociales que debemos aprender a convivir. Pero, ¿Has analizado realmente lo que está detrás de la soledad y lo maravilloso que puede ser este término si lo entendemos como realmente es?
Si bien es cierto que somos seres sociales, para poder ser individuos que comparten y disfrutan con los demás debemos empezar por saber quiénes somos y sentirnos bien con nosotros mismos, de esa manera podremos tener una buena relación con los demás.
En muchas ocasiones buscamos sentirnos bien estando acompañados y olvidamos que la soledad es el estado más puro del ser humano, es el encuentro con nosotros mismos y es ahí cuando podemos descubrir quiénes somos, qué queremos, qué nos mueve, qué nos hace felices y saber realmente en qué situaciones estamos dispuestos a ceder y en cuales no, con tal de honrarnos a nosotros mismos. En el momento en que reconocemos nuestro propio valor, estaremos listos para compartir con los demás, siendo completamente auténticos.
Existe una fuerte creencia de que si estoy acompañado estoy mejor, pero esto solo hace evidente la complejidad de algo que denominamos dependencia emocional; como esta hay muchas otras, por ejemplo, el creer que si estoy solo es porque nadie me quiere. Dado a estas creencias es que nos esforzamos de sobremanera para agradar a los demás, sin entender que esto solo refleja un estado de carencia. Buscamos ser aprobados por otros, gustarles a los demás y olvidarnos del vacío que nos hace sentir el no tener a nadie a nuestro lado y realmente lo único que estamos haciendo con estas actitudes es buscar en otros lo que nosotros no somos capaces de darnos, comprometiendo nuestros valores y perdiendo nuestra verdadera identidad. Cuando nuestra felicidad depende de otros el sufrimiento será inevitable.
Muchas personas me preguntan constantemente qué deben hacer para no sentirse solos y poder transformar esta dependencia. La verdad la única solución es aprender a disfrutar de quiénes somos, conocer nuestras fortalezas y debilidades, reconocer nuestra historia personal y todo lo que esto implique que es el resultado de lo que hoy creemos ser. Si realmente esperamos que nuestras relaciones funcionen, debemos aprender a valorarnos y entender que la fórmula mágica no está en desvivirnos por los demás, está en honrarnos a nosotros mismos, aceptarnos y respetarnos para poder entregarme al otro tal y como soy, genuino, sin máscaras y así lograremos aceptar y respetar a los demás.
El cambio está en ti, tú tienes la llave, lo que hagas por ti se verá reflejado en la forma como te relacionarás con otros.
GLADYS FRANCO RUIZ
Artículo para la revista: www.unicentrocucuta.com